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Periódico digital
Marina Molero de Ávila García-Ochoa. Grupo 43.
LA DESINFORMACIÓN.
El término desinformación, a primera instancia, lo podemos distinguir como una forma de omisión de información (como apunta la segunda acepción del diccionario de la RAE), es decir, pensamos en que “algo no se nos ha contado”. Esta reflexión se contrapone a las teorías sobre el estudio de este fenómeno tan actual, y que exponen que la desinformación, precisamente en gran medida, supone el exceso de información dada principalmente por los medios de comunicación, pero que también proviene de otras fuentes. Este hecho hace que el público se sature de elementos contradictorios con el objetivo de confundirle, de este modo más que saber, ignoramos.
¿Qué sabemos sobre la desinformación? ¿Cuál es su origen? La presencia de la desinformación no es un fenómeno fortuito, es una estrategia más para la manipulación. Aunque creamos que es una manifestación reciente (por el uso de las nuevas tecnologías que nos permiten acceder a cualquier tipo de información con mayor facilidad e inmediatez) solo es reciente su denominación, pues esta técnica del manejo de la información tiene siglos de antigüedad y atañe a todos los lugares del mundo. Cuando nos remitimos a los hechos históricos, podemos encontrar un sinfín de sucesos en los cuales se ha utilizado y manipulado información con diferentes fines: propagandísticos, políticos, bélicos, religiosos, culturales, rituales, etc. Por ello, no debemos subestimar el poder de la información en nuestra sociedad, pues como dijo el filósofo político Thomas Hobbes en su obra el Levatán: “quien tiene la información, tiene el poder”; frase que da lugar a múltiples reflexiones. Así mismo, podemos llegar a la conclusión de que habrá información cuyo objeto sea la verdad y el conocimiento en pro de la libertad del ser humano, y desde luego habrá quienes utilicen la información para otros fines menos utópicos: “el arte de la guerra se basa en el engaño.” como dijo el general y estratega chino Sun Tzu en su libro El Arte de la Guerra, considerado como el primer tratado escrito sobre la desinformación. Y es precisamente en la guerra donde tiene origen el término más actual de desinformación, a principios del siglo XX y que llega a su auge con la Guerra Fría. (Andrés, 2017)
Pero, ¿cuál es el poder que tiene realmente la desinformación en nuestras vidas? Quizá los casos que creemos más obvios y “aceptados” sean los que utilizan la desinformación para “hacer política”. A menudo somos partícipes de engaños y tretas que utilizan los políticos para desprestigiar la imagen de sus adversarios, pero al mismo tiempo somos nosotros los que consumimos esa desinformación que influye en nuestras decisiones, en este caso en el voto. Ejemplo de ello, es la “moda” del uso del término fake news o noticias falsas (denominación contradictoria ya que el término noticia implica en su uso la veracidad) por el actual presidente de los Estados Unidos Donald Trump que utiliza para desacreditar a los medios de comunicación críticos de su gestión, así sin más. Además, este personaje se destaca por tener una gran actividad en las redes sociales como Twitter y Facebook, siendo cuestionable y posteriormente investigada su llegada al poder, gracias en parte, al uso de la manipulación de información a través de las redes sociales. Esto implica que los medios de comunicación deben esforzarse cada vez más por demostrar su veracidad y nos advierte que, no solo tiene poder la propia información que se transmite, sino el alcance puede tener y cómo se transmite.
Una información no veraz, actualmente puede difundirse en cuestión de segundos. Cada día consumimos una ingente cantidad de información a través de diversas plataformas. ¿Cómo podemos saber si lo que nos cuentan es cierto? ¿Cómo se puede luchar contra la desinformación? Cuando somos “engañados” o desinformados, se nos priva de la libertad de información, que se define como un derecho universal. Es parte integrante del derecho fundamental a la libertad de expresión, reconocido por la Resolución 59 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobada en 1946, así como por el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), que dispone que el derecho fundamental a la libertad de expresión incluye el derecho de "investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión” (Unesco.org, 2017). Por ello, son necesarias las iniciativas para la creación de plataformas que luchan contra la manipulación y divulgación de información falsa que conlleva a la desinformación. En España, existen plataformas así como: Maldita.es (que engloba, entre otros, a Maldito Bulo, Maldita Ciencia y Maldita Hemeroteca), y otro proyecto desarrollado alrededor del 'fact-checking' será Newtral, encabezado por la periodista Ana Pastor y aún en construcción. También algunos medios y agencias, usan equipos y algoritmos desde hace años para detectar posibles informaciones falsas, como por ejemplo Facebook, que combina un ejército de comprobadores con el aprendizaje automático para luchar contra la desinformación. (Romero, 2018). A nivel internacional, First Draft News es una entidad dedicada al apoyo de los periodistas y académicos que trabajan para abordar los desafíos relacionados con la confianza y veracidad en la era digital, es impulsora de los esfuerzos internacionales contra la desinformación digital, y es probablemente la entidad que más ha trabajado para conseguir una definición comprensible de las noticias falsas, concluyendo con honestidad: “Es complicado. Es preferible hablar de desinformación o de desórdenes informativos, y dentro de ellos los hay de muy diverso tipo”. (Redondo, 2018)
En definitiva, es primordial tener cuidado con la información que recibimos y compartimos, pues corremos el riesgo de crear un ideario distorsionado de la realidad que nos rodea y afecta como ciudadanos del mundo. La desinformación siempre atenta contra la verdad contribuyendo únicamente a la agudización de los problemas de nuestra sociedad a todos los niveles. Por ello, no debemos de caer en la indiferencia sobre este hecho, es importante utilizar la información adecuadamente, debe ser una tarea de todos, además para conseguirlo es imprescindible tratar de impedir, dentro de los medios que estén a nuestro alcance, que siga siendo un recurso de manipulación que nos prive de nuestros derechos y libertades.
Referencias
Andrés, R. R. (2017). “Fundamentos del concepto de desinformación como práctica manipuladora en la comunicación política y las relaciones internacionales”. Historia y comunicación social, 14.
Redondo, M. (2018). cuadernosdeperiodistas.com. Obtenido de http://www.cuadernosdeperiodistas.com/desinformacion-pulsa-aqui-y-te-sorprendera/
Romero, P. (2018). publico.es. Obtenido de https://www.publico.es/ciencias/comunicacion-lucharan-humanos-maquinas-desinformacion-produzca.html
Unesco.org. (2017). Obtenido de http://www.unesco.org/new/es/communication-and-information/freedom-of-expression/freedom-of-information/